Este singular Museo ofrece la oportunidad de adentrarse en un espacio de arte en estado puro, sin vicios técnicos y sin traducción académica; es encontrarse, de repente, frente a los orígenes del arte en la humanidad.
Sandalia Simón Fernández, nacida en Villacañas en 1902 y fallecida en 1987, es una artista en estado puro. No sabía leer ni escribir, aunque eso no fue obstáculo a la hora de incluir textos en su obra, pero estaba dotada de prodigiosa memoria. Desde muy temprana edad siente la necesidad de expresar su profundo sentimiento religioso a través de la pintura, pero es en su faceta de madre educadora cuando consigue los elementos necesarios que la condicionan a emprender su faceta de artista; arte como hilo conductor de aprendizaje y conocimiento. Se casó muy joven y tuvo cinco hijos a los cuales va a educar en valores cristianos y transmisión de su fe. “Una imagen vale más que mil palabras”. Es posible que este aserto la empujase a esculpir su primera obra.
La familia es de humilde condición y el jornal del padre cubrirá lo esencial y primario de la familia. Sandalia, consciente de ello, recurrirá a lo más imaginativo y a la vez sencillo: utilizar como soporte para sus pinturas las paredes de su casa. Es así como da comienzo al figurativo universo en el que convirtió su casa. La labor pedagógica de su obra está latente en cada pintura, en cada altorrelieve, en cada conjunto escultórico:
Más de cuarenta años de incesante creación decoran una casa en la que no caben normas, vanguardias ni tendencias artísticas, sólo el recogimiento de la autora y su mundo imaginativo. Maravillosa contadora de historias y relatos, abría las puertas de su casa a todo aquel que se interesaba por su obra y explicaba el qué, el dónde, el cómo y el cuándo de todo lo representado en ella.
Para ello utiliza materiales que obtiene con facilidad: arcilla sin cocer, yeso, cal, pintura al temple, purpurina, a los que añade aquellos que su inspiración improvisadora le dicta: cartón, latón, telas, papel de periódico, alambre, madera, ramas… Con todo ello consigue prolongar los muros de su vivienda en imágenes de santos y pasajes bíblicos. Buscando perfeccionar su pintura mural, comienza a dar relieve a determinados rasgos físicos, como la nariz, consiguiendo con ello traspasar la línea tridimensional y adquirir el manejo del volumen para después llegar a la escultura exenta.
De esta sencilla manera, la pintora y escultora autodidacta, convirtió su casa en un auténtico santuario de fe y de arte compuesto por 64 esculturas exentas, 40 relieves adosados y 26 lienzos, además de pinturas al fresco en techo y paredes que completan un cosmos figurativo inundado de significado y con rasgos expresionistas e ingenuos.
La Casa-Museo de Tía Sandalia es uno de esos lugares que jamás dejan impasible a quien lo visita; un santuario de “puro arte” y uno de los más destacados museos de arte popular en España.
